miércoles, 23 de noviembre de 2011

EL TERRORISMO

El terrorismo es uno de los problemas más duros que ha sufrido España en las últimas décadas… y todo debido a el sentido de pertenecía de una parte de la población que se siente un pueblo independiente de España. No vamos a entrar a valorar esta ideología ni tampoco nos confesaremos a favor de una u otra postura. Pero debe quedar claro desde el principio nuestro más sincero y respetuoso repudio al terrorismo. No será un repudio en particular hacia alguna banda organizada sino, un repudio a cualquier tipo de terrorismo que se convierte en un medio para conseguir un fin (por muy noble que sea). Esperamos que nuestra postura trascienda todo tipo de ideologías y así dedicarnos a hablar exclusivamente del tema en cuestión: el terrorismo. Los terroristas justifican el uso de la violencia para conseguir sus objetivos, aunque esto les sea realmente contraproducente.
Cuando pensamos en terroristas, una idea que siempre aparece es su objetiva “cobardía”. No me refiero a cobardía como un riguroso antónimo de valentía, puesto que matan gente y eso no es ser cobarde en ningún sentido. Es mucho peor, es una puñalada por la espalda, una bala perdida en lo oscuro, una bomba en una universidad… Todo esto recuerda a una interesante escena de la película “Celda 211”: un preso se dirige a un etarra y admite que es un asesino profesional, “el más sanguinario de la prisión”, pero eso sí, “siempre desde lejos, un bombazo y se acabó”.
La intención no es otra que implantar el terror en la sociedad. Esa es su manera de hacer política: el terror, lastimar a la gente. Buscan que la sociedad y los gobernantes les den lo que piden, ofreciendo a cambio el cese de esa violencia: asesinatos, extorsiones y amenazas. Es totalmente contraproducente (un error de base): matan para conseguir algo a cambio y ofrecen dejar de matar si los políticos ceden ante sus pretensiones. Esto es, matan para después dejar de matar si consiguen doblegar a la ley. Ahora la otra cara de la moneda, ante esta situación se pueden adoptar distintas políticas: ignorarles, negociar con ellos o hacer lo correcto y tratarles como lo que son, asesinos. Y si la historia nos ha enseñado algo, es que nunca se negocia con asesinos. Negociar con terroristas supone tratarles de manera privilegiada y ciertamente, aceptar su forma de hacer política. Decimos de manera privilegiada porque para que ellos acepten la negociación alguien debe ofrecerles algo (la mayoría de ocasiones, liberar a presos, privilegios para los capturados, algún tipo de amnistía…) Hay que llamar a las cosas por su nombre, cuando negocias con terroristas estás justificando su violencia: les es rentable la sangre que han derramado, ofendiendo con ello directamente a las víctimas y sus familiares.
Concretemos un poco más y metámonos un poco en política (aunque dijimos que no lo haríamos), en esta materia algunos gobiernos españoles tienen mucho de lo que avergonzarse… ya que no solo han negociado con ellos, sino que han llegado a rebajarse a su nivel. El PSOE, en la gris época de Felipe González llegó a crear la GAL, que consistía básicamente en un grupo paramilitar “anti-terrorista” que se encargaba de matar a los terroristas que formaban ETA, aunque esto afectara directamente contra el “Estado de derecho” y contra toda lógica. Tan ilógico era la GAL, que llegó a cobrar vidas inocentes, igual que ETA. De las pocas cosas por las que hay que contentarse de este período es que el tiro no le salió del todo por la culata, menos mal que la GAL no terminó como las FARC: las dos nacieron para servir un fin magnánimo y pasó lo que pasó con las FARC.
Determinados medios afirmaron no hace mucho tiempo el “fin de ETA”, ya que estos afirmaron el alto permanente y el cese de su violencia. Eso sí, ni entregaron las armas ni pidieron perdón a las víctimas. En nuestra opinión, ETA se ha dado cuenta, aunque tarde, de que la violencia no lleva a ninguna parte… en realidad, se ha comprobado que cuanto más mataban más complicado tenían la consecución de su principal objetivo político: la independencia de Euskalerria. Al final, los únicos que justifican la acción de los terroristas son ellos mismos y sus simpatizantes. Esto se materializa en algo muy sencillo, si ya de por sí, es difícil conseguir adeptos para un partido “más moderado”, creemos que es imposible que la izquierda abertzale consiga adeptos con las políticas que maneja. Es inversamente proporcional el número de asesinatos a los votos hacia la izquierda abertzale.

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